Cómo ser una buena psicóloga

¡Hola a todas! Y bienvenidas al podcast para psicólogas de “De psicólogas para psicólogas”, creado por Eunip.

Como sabéis, en Somos Estupendas llevamos casi tres años creando recursos para cuidar de nuestro bienestar y salud mental de forma integrativa.
En este tiempo, nos hemos ido dando cuenta de que hay otra parcelita que
también queremos atender y es la del bienestar de las personas profesionales de la psicología.

Así, este nuevo proyecto está dirigido especialmente a la formación para
profesionales
. Desde Somos Estupendas queremos abrazar la salud mental
también desde el ámbito de lo profesional, y es por eso que hemos creado este
espacio a través del cual hablar con profesionales del mundo de la Psicología
sobre temas tanto teóricos como prácticos de los que como psicólogas podamos
nutrirnos.

Un espacio en el que, también, poder hablar de todas esas dudas, inquietudes
que todas podemos tener como psicólogas.

Para comenzar este podcast estamos acompañadas de nuestra querida
psicóloga June. Y con ella nos vamos a centrar en un tema tan básico como
complejo a la vez. Además, es una pregunta que quizá nos hayamos hecho en
muchos momentos de nuestra trayectoria profesional: ¿cómo ser una buena
psicoterapeuta
?

¿Qué es para ti ser una buena psicóloga?

Ser psicoterapeuta es poder acompañar a personas siendo base y refugio seguro. Necesitamos ser esa base en la que las personas a las que acompañamos se puedan apoyar y el refugio que permita sentir esa acogida y bienvenida en el espacio terapéutico tal cual sean o independientemente de lo que traigan a sesión.

Como sabemos, el vínculo terapéutico es esencial en un proceso de terapia. Ese vínculo tiene siempre que crearse desde esa base de seguridad, dado que es así cuando podemos sanar, especialmente en aquellos casos en los que ese vínculo seguro no se haya vivido antes o no haya existido en los vínculos primarios.

El hecho de que en terapia podamos construir un vínculo seguro es una condición necesaria para trabajar en terapia siempre, pero especialmente cuando trabajamos con heridas o apegos inseguros.

¿Existe una forma buena o mala de ser psicóloga?

En primer lugar podríamos preguntarnos:

“¿qué sería para mí ser un buena psicóloga?

O

“¿qué sería para mí ser una mala psicóloga?”.

Esto es importante que podamos revisarlo no solo previamente a hacer terapia, sino cuando hayamos hecho alguna sesión que nos haya dejado la sensación de no haber sido “buenas” psicólogas.

Por ejemplo “¿qué es lo que me hace sentir de este modo?”, “¿cómo he llegado a este sentir”?.

Más allá de poder categorizar nuestro desempeño en estas categorías tan estancas y subjetivas, podemos contestar a esta pregunta hablando de que lo fundamental a la hora de ser psicólogas es ser coherentes entre la persona que somos y el trabajo que llevamos a cabo.

Algo que quizá debamos evitar es la rigidez en las sesiones, de cara a poder adaptarnos a la persona que tenemos delante. Cuando cambiamos esta rigidez por la escucha activa y la apertura a lo que salga en sesión es cuando nos abrimos ante la posibilidad de leer a la persona y de poder, también, traducirla.

Necesitamos adecuarnos a su lenguaje, a su vocabulario, a su forma de expresión, etc., de modo que la persona se siente en la confianza y libertad de poder ser con nosotras.

Por supuesto, dentro de lo que tenemos que evitar como psicoterapeutas son los juicios, las faltas de respecto hacia los tiempos del paciente, la invalidación o minimización de sus emociones o de la importancia de su historia, etc.

En definitiva, todo aquello que cierre puertas ante la confianza de la persona de abrirse con nosotras y de sentirse en esa libertad de ser quien es conforma algo que tenemos que revisar y trabajar para cambiarlo.

¿Qué es necesario para ser una «buena» psicóloga?

Uno de los aspectos que June señala como algo esencial es la curiosidad. Esta curiosidad -genuina, respetuosa y cuidada- hacia la otra persona lanza el mensaje de que nos interesa su historia y su vida, reforzando esa seguridad en el vínculo y esa necesidad de ser vistas como personas.

Es decir, como psicoterapeutas necesitamos actuar de forma que la persona se vea vista.

Aunque en este sentido podamos tener miedos como terapeutas de que nuestro interés o curiosidad se puedan interpretar como un cotilleo o que la persona pueda desbordarse en un tema de forma profunda, no debemos subestimar nuestra capacidad para profundizar de formas cuidadosas o para crear ese espacio de seguridad que permita hacerlo. Así como tampoco debemos subestimar a la persona que acompañamos, que ya ha batallado contra todo aquello que ha vivido y que ha sobrevivido a ello.

Además, este interés genuino se debe acompañar de preguntas también relacionadas con su estado emocional, como “¿cómo te estás sintiendo profundizando más en esto?”, o expresiones como “si no te sientes preparada para seguir profundizando, podemos parar cuando quieras, puedes tomarte tu tiempo”. Siempre, por tanto, asegurándonos de que para la otra persona está bien compartirlo en ese momento.

Otros aspectos igualmente importantes tienen que ver con la coherencia descritas entre mi yo persona y mi yo terapeuta. Y que, desde ahí, también podamos incluir aspectos como el cariño, el cuidado, la alegría genuina por los logros, el afecto, el humor, etc. Esta coherencia también nos aporta comodidad y seguridad en terapia.

¿Cómo cambia la idea de cómo ser una buena psicoterapeuta con la experiencia?

Es habitual comenzar a hacer terapia con la bata puesta, con la necesidad de aparentar formalidad y profesionalidad, queriendo cumplir todas esas expectativas que como psicólogas hemos ido pensando que debíamos cumplir.

Solemos empezar desde un punto de vista muy teórico, muy centradas en la formación que tenemos y en nuestro desempeño. Incluso, June expresa que ella misma trataba de construir las sesiones y crear un guion muy rígido respecto de lo que se iba a trabajar en cada sesión punto por punto.

Esta necesidad de control es habitual y natural en primeros momentos, especialmente, dado que tener la sensación de control nos aporta tranquilidad y rebaja la inseguridad de no desempeñar ese rol como suponemos que deberíamos hacer.

A todo esto se suma la hiperexigencia o hiperresponsabilidad a las que solemos someternos. Partes controladoras y perfeccionistas que tratan de cubrir, por tanto, esas inseguridades que tenemos. Aunque conservemos parte de esa responsabilidad para con la otra persona, también podemos preguntarnos “¿qué creo que la persona espera de mí?”, porque quizá soy yo quien se está cargando de esas expectativas y la persona a la que acompaño solo espera de mí que yo esté.

Aún con lo normal que resulta sentir inseguridad y tener cierta necesidad de control, es importante que esto se vaya desdibujando para dar paso a una terapia más centrada en entender que somos nosotras como profesionales quienes tenemos que adaptarnos a la persona, y no a la inversa.

En este sentido, resulta fundamental dejar a un lado la escaleta que podamos tener creada de cara a la sesión de terapia y plantearnos “¿qué puede la persona estar necesitando?”, en lugar de tratar de averiguar qué es lo que tiene que necesitar.

Esto se consigue escuchando y teniendo curiosidad, más allá de seguir nuestro guion. Cada sesión se convierte como algo único con este cambio de paradigma, en que lo que salga en sesión será bienvenido, y en que el espacio de terapia se convierte en un baile entre el paciente y la psicóloga en el que se puede fluir.

Como explica June, aunque la formación y la profesionalidad sean una base que ha de estar, no debemos dejar de lado el ser persona dentro de nuestro rol de psicoterapeutas.

Esperamos que este podcast os haya servido a todas las compañeras de profesión que nos habéis escuchado, y que os haya ayudado también a sentiros menos solas en situaciones que todas podemos haber vivido en algún momento de nuestra trayectoria profesional.

Enhorabuena, también, por permitiros cuidaros en una profesión tan enfocada en cuidar al otro.

Nos escuchamos en el siguiente podcast tanto en la web como en Spotify. Gracias por acompañarnos en este nuevo proyecto.

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Psicóloga sanitaria con enfoque integrador y con perspectiva de género y de apego. Como psicóloga, dedico mi vida a acompañar a otras personas en sus procesos de conocimiento y crecimiento. Como humana, dedico mi vida a crecer, aprender, viajar, descubrir, vivir despacio, y disfrutar.

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