Intervención en conducta suicida en terapia

¡Hola a todas! Y bienvenidas al podcast para psicólogas “De psicólogas para psicólogas”, un podcast dirigido especialmente a la formación de profesionales de la Psicología. En este episodio estamos acompañadas de Oceanía Martín, psicóloga de Somos Estupendas.  Hoy hablamos con ella de la intervención en conducta suicida en terapia, un tema difícil pero a la vez tan necesario.

Tipos de conductas suicida

En la intervención en conducta suicida es importante tener en cuenta no solo la conducta suicida per se, sino aquellas otras conductas parasuicidas que también vamos a encontrarnos en consulta.

Así, las conductas parasuicidas tienen que ver con un daño que la persona se hace a sí misma. Es decir, hay una intencionalidad de hacerse daño pero no un propósito de muerte (autolesiones, quemaduras, etc.). Estas conductas tienen muy arraigadas la idea de que estas personas llevan a cabo esta conducta para llamar la atención. Este es un mito que, entre otros, hemos de conocer como profesionales.

Pese a que los actos parasuicidas no conlleven a priori una intencionalidad de muerte, pueden darse suicidios involuntarios, pues puede darse una hemorragia, daño en algún órgano vital, etc.

Por otro lado, encontramos la ideación suicida, que conllevaría el pensamiento relacionado con quitarse la vida sin que exista un plan factible de llevarlo a cabo. Se empieza a sopesar como una solución a ese sufrimiento que sienten.

De este punto se pasa a la crisis suicida, en la que ya existe un plan. Aquí hay ya un qué, un dónde, un cómo, etc. En este caso habría que diferenciar entre tentativa de suicidio, que acabaría en suicidio frustrado o consumado.

Lo importante en todo caso es que en cualquier tipo de conducta relacionada con lo que comentamos, partamos de la base de que lo que la persona quiere es gestionar o acabar con su dolor. Es decir, la persona no quiere morir, sino aliviar su sufrimiento.

¿Qué señales de alerta podemos identificar?

Una de las razones que explica la importancia de que como psicólogas tengamos que conocer los factores de riesgo de la conducta suicida tiene que ver con el hecho de que es esencial que podamos atisbar y/o anticipar cualquier señal que la persona pueda darnos.

En muchos casos nos puede llegar a costar preguntar directamente a la persona si ha pensado en quitarse la vida. Sin embargo, esto es algo esencial para que la persona se sienta vista y para que no sienta que es algo que también es un tema tabú dentro de las sesiones.

Dentro de las posibles señales de alerta de la conducta suicida, podemos encontrar:

  • Comentarios del tipo “no valgo para nada”, “soy un estorbo”, “ya nada me interesa”, “tengo ganas de dormirme y no levantarme”, “no voy a poder salir de esto”.
  • Cambios de humor visibles.
  • Despedidas más efusivas o sentidas, que incluyen un agradecimiento extenso de lo que hemos ayudado o acompañado.
  • Conductas de cierre como: saldar tareas pendientes, regalar objetos de valor, visitar a familiares que hacía tiempo que no se veía, ceden sus mascotas, etc. 

No podemos dejar pasar las señales. Hemos de indagar en ellas, dado que pueden ser la semilla de esas conductas suicidas. Además, recordemos que hemos de hacer de la terapia ese lugar seguro libre de estigma, en el que la persona pueda sentir que puede expresar abiertamente que está pensando en quitarse la vida.

¿Cómo conocer ante qué grado de riesgo nos encontramos y cómo actuar?

Es importante partir de la base de que todo hay que tomarlo como un riesgo. Cualquier señal ha de ser interpretada como que ese riesgo ya es inminente, de cara a que podamos intervenir sobre ello de la manera más temprana posible.

Ahora bien, existen grados de riesgo mayor cuando:

  • Existen intentos de suicidio previos.
  • Existe método o plan. Cuanto más desarrollado esté este método, mayor es la gravedad.

Así, buscaremos a personas de su entorno que puedan hacer esa labor de cuidado y de acompañamiento a los lugares  a los que acudan (evitar tiempo en soledad), trataremos de eliminar de su entorno aquello que pueda ser peligroso (ej. medicación administrada por otras personas), etc.

En estos casos, se ha de reasegurar a la persona antes de poder trabajar en su mochila, o en todo aquello que conforma su sufrimiento. Una vez la persona esté estable y asegurada, será importante que, avanzado el proceso de terapia, podamos trabajar desde un enfoque integrativo en esta raíz del dolor.

Herramientas para la intervención en conducta suicida en terapia

  • Vínculo terapéutico. Aunque no sea una herramienta como tal, es la base de la reaseguración de la persona. Priorizar un contacto muy humano.
  • Contrato terapéutico (acuerdos y compromisos por parte del paciente y por parte de la psicóloga)
  • Plan de seguridad (señales de alarma que la persona pueda identificar, estrategias de afrontamiento, contactos del entorno a los que acudir, recursos o teléfonos de emergencia, etc.)

Encuadre terapéutico en casos de conducta suicida

A menudo, como psicólogas, podemos encontrarnos con la duda de ¿dónde poner los límites? en este acompañamiento.

Es esencial que podamos establecer este encuadre respetando nuestro autocuidado, a la par que podamos explicitárselo a la otra persona para que entienda cuándo y dónde podrá encontrarnos, y cuándo no podrá hacerlo. De esta manera, mitigamos la sensación de abandono que pueda despertarse si no contestamos en un momento puntual en el que esté demandando nuestra ayuda de forma externa a la terapia.

Este encuadre lo estableceremos junto con la persona valorando el momento en el que esté, la gravedad, el contexto de apoyo externo, etc.

Dentro de los acuerdos de disponibilidad que marquemos, también es necesario que demos recursos a los que la persona pueda acudir, como detallamos en el siguiente apartado.

Igualmente, hemos de recordar que no tenemos la completa responsabilidad sobre la vida de la otra persona. No podemos salvar siempre a todas las personas. La decisión final es de la persona. Si sentimos esta carga de responsabilidad y/o de culpa de manera intensa, los grupos de supervisión en estos casos son muy positivas.

Recursos en la intervención de la conducta suicida

Es importante que los conozcamos para podamos dárselos a la persona, teniendo en cuenta que no somos un servicio de urgencia.

Teléfonos:

  • Teléfono de la esperanza: 717 003 717 y 914 590 055
  • Teléfono contra el suicidio: 911 385 385
  • Teléfono de emergencias: 112

Aplicaciones

  • MY3: establece las 3 personas con las que contactar cuando se necesite ayuda y diseña un plan para mantenerse a salvo. 
  • PREVENSUIC:  información muy valiosa (señales de alerta, mitos, datos, factores de riesgo…), recomendaciones e indicaciones sobre cómo ayudar, medidas de seguridad, posibilidad de diseñar un plan de seguridad, crear álbumes de fotos, establecer razones para vivir, etc.
  • CALMA:  dos modos de uso, uno en crisis y otro fuera de crisis, de modo que cada uno de ellos despliega una serie de herramientas que pueden servir de ayuda en la situación que se esté viviendo. 

Muchas gracias por acompañarnos otro día más. Y gracias por acompañarnos en este proyecto que tiene el objetivo de hacer tribu y sentirnos vistas y acompañadas como profesionales de la Psicología. Enhorabuena por dedicaros tiempo a cuidaros.

¡Hasta el siguiente episodio!

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Psicóloga sanitaria con enfoque integrador y con perspectiva de género y de apego. Como psicóloga, dedico mi vida a acompañar a otras personas en sus procesos de conocimiento y crecimiento. Como humana, dedico mi vida a crecer, aprender, viajar, descubrir, vivir despacio, y disfrutar.

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